Escrito por Francisco Adriel
Publicado el 20/01/2024
Categoría(s): Artes / Psicología
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Resumen

Jean-Paul Weber, académico de La Nouvelle Critique, postuló una teoría sobre psicología del arte. Distinguiéndola de enfoques clásicos y del psicoanálisis, subraya su énfasis en la existencia y las reacciones subjetivas. Esta disciplina, no equiparable a estética o filosofía del arte, se erige como el punto de convergencia de los estudios artísticos. La obra, con sus temas personales e impersonales, ofrece un retorno a la infancia y fusiona las experiencias individuales y colectivas.

Jean-Paul Weber fue un académico francés perteneciente a La Nouvelle Critique que desarrolló una teoría acerca de la naturaleza psicológica de la génesis artística. Según él, la psicología del arte es “el estudio de los estados de conciencia y de los fenómenos inconscientes, correlativos de la creación y la contemplación de la obra de arte”1. Una tesis más profunda que la psicología clásica y menos arbitraria que el psicoanálisis, que apunta a la existencia y para la cual las reacciones del sujeto son lo más importante.

Psicología del arte no es sinónimo de estética, filosofía del arte, ciencia del arte o crítica, aunque coincide parcialmente con ellas, siendo el punto central alrededor del cual convergen todas las fuerzas que influyen en el ámbito de las artes. Weber cita a Raymond Bayer, filósofo francés contemporáneo, para afirmar que la psicología del arte parte de la introspección que un contemplador realiza, procurando evitar el espejismo subjetivo, para emitir un comentario psíquico de la obra de arte que traduzca su configuración característica en el mundo sensible.

El arte se erige como actividad que tiene lugar en el punto de encuentro entre el espectador, el artista y la obra, lo que permite distinguir tres psicologías: de la contemplación; de la creación; de la obra. Esta última tiene sentido: la obra estética, en tanto se opone y añade a la cosa sensible, sólo tiene realidad para una conciencia y un inconsciente, los que posibilitan estados relativos a la sensibilidad de lo bello. Merece un estudio sistemático.

Morisot, Berthe. Jeune fille au divan [pintura]. Saint-Denis: Musee Leon Dierx, 1893.

Toda obra requiere condiciones generales y formales que varían según el arte y reciben el nombre de dominantes. Cada dominante es análoga a alguna estructura sensorial infantil, abolida por la maduración psico-fisiológica del adulto. Modula temas impersonales. En la pintura, las dominantes modulan la visión infantil y el descubrimiento del espacio. En la música, modulan el universo sonoro previo a la palabra significante y el descubrimiento de la voz. En la poesía, modulan el descubrimiento de la palabra articulada.

Temas impersonales no deben confundirse con temas personales. Estos son obsesiones, derivadas de sucesos de la niñez, que el artista persigue en su vida y plasma en el contenido y las formas singulares de una obra de arte particular. En resumen y considerando la naturaleza y coexistencia en la obra de arte de temas, sean im- o personales: “cada arte restituye al espectador un poco de su infancia (…) Cada obra es el mismo y el otro, yo y los demás, uno y todos”.2

Citas

  1. Jean Paul Weber, La psicología del arte (Buenos Aires: Paidós, 1966), 7. ↩︎
  2.  Weber, Psicología del arte, 148. ↩︎

Bibliografía

  1. Bayer, Raymond. Traité d’esthétique. París: Armand Colin, 1956.
  2. Carmona, José Antonio. Revista Española de La Opinión Pública, n.º 11 (1968): 423–25. https://doi.org/10.2307/40181041.
  3. Weber, Jean Paul. “Introducción” y “Ontología de la obra”. En La psicología del arte, 7-16 y 119-156. Buenos Aires: Paidós, 1966.

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